viernes, 3 de mayo de 2013

La Sociedad del conocimiento en lo Económico, Social y Cultural.



La sociedad del conocimiento se halla en estos momentos en el inicio de una revolución que indefectiblemente producirá la implantación generalizada de las nuevas tecnologías de la información  la comunicación que regirán el futuro de los sistemas económicos, la innovación cultural, las interacciones humanas y evidentemente los procesos y circunstancias del aprendizaje y de la educación.

Si nos preguntamos cómo habría de ser el proceso de gestión del conocimiento en que indudablemente debería estar inmersa la educación en general, caben múltiples respuestas y un sin fin de estrategias. Pero, creemos que debería utilizarse una metodología ligada a la reflexión-acción, que se inicie con una detección de necesidades, la identificación de los recursos humanos con sus paradigmas cognitivos, los valores que les acompañen, tanto a las personas como a las organizaciones e instituciones, para concretarse en unas políticas educativas que impliquen los centros y las comunidades.

La sociedad del conocimiento o la nueva economía tiene un basamento técnico en las Tecnologías de la Información y de las Comunicaciones (TIC) que empujan la competitividad, la innovación y los cambios organizacionales en y entre empresas.

La tecnología y el cambio tecnológico son reconocidos ahora como los motores principales en los cambios en el patrón territorial del desarrollo económico; el auge y caída de nuevos productos y procesos productivos se da en los territorios y depende, en gran medida, de las capacidades territoriales para tipos específicos de innovación.

En la conceptualización de la “sociedad del conocimiento” juega un papel determinante el carácter del funcionamiento de la economía. Se dice, en efecto, que se está viviendo “la transición de las economías industriales a las economías fundados en el saber” para indicar que todos los modos de formación del valor están asociados por el empleo constante de innovaciones, tanto tecnológicas, como organizativas. Las economías no están basadas única ni principalmente, en cada vez más áreas, en la acumulación de capital físico y materias primas, sino en la producción permanente del conocimiento en diversas formas.

En suma, entre los problemas que se plantean a los países multiculturales para transitar a la sociedad del conocimiento se encuentran los que surgen de la globalización, particularmente la tendencia hacia una homogeneización cultural, por una parte; y por la otra, los que emanan de la necesidad de realizar transformaciones institucionales, legislativas y de políticas públicas, en educación, en economía, en la cultura y con respecto a la ciencia y la tecnología, así como cambios de actitud en los miembros de diferentes sectores sociales, que van desde las comunidades científicas y tecnológicas tradicionales, hasta los sectores empresariales y la clase política, pasando por los miembros de los diferentes pueblos que conviven en un país, y los ciudadanos en general, para poder establecer auténticos sistemas de innovación, tanto nacionales como regionales, y lograr insertarse a la vez en sistemas transnacionales de innovación, pero en condiciones de simetría con otros países.

En este contexto, una pregunta crucial es la de si las necesarias transformaciones institucionales, legislativas y de políticas públicas, en educación, en economía, en la cultura y con respecto a la ciencia y la tecnología, para establecer auténticos sistemas de innovación, son posibles únicamente mediante cambios voluntarios dentro de los países y los pueblos que quieran hacerlo, o si existen relaciones de poder y dominación que impiden las transformaciones aun cuando algunos pueblos y países las deseen.

En suma, si queremos plantear un modelo de sociedad que global y nacionalmente sea justa, con sistemas políticos y económicos que tengan legitimidad y estabilidad, y que permitan una resolución pacífica de los conflictos, así como el desarrollo cultural y económico de los diversos pueblos del mundo respetando su identidad y su autonomía, entonces tenemos que discutir los mecanismos de participación efectiva en la sociedad del conocimiento. Más allá de las expresiones retóricas, esto implica la posibilidad de participar de los beneficios de sistemas tecnológicos y tecnocientíficos ya existentes, pero más importante todavía, la posibilidad de desarrollar otros sistemas de producción de conocimiento especialmente adecuados para la problemática específica de cada pueblo o grupo social, según su cultura y las condiciones del medio en el que se encuentren.


Lcdo. Freddy López
C.I 13.960.378

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